20 febrero 2012

El niño deportista de élite, ¿esclavo o tirano?:

Extracto de la publicación en El País Sociedad del 14/02/2012:
http://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/02/13/vidayartes/1329162968_069086.html


“Marisa. Mi sombra fiel en todos los torneos hasta que cumplí los 20 años, es una mujer de carácter fuerte, y para ella la disciplina y la victoria pasaban por delante de cualquier otra consideración, cuando tal vez lo que yo hubiera precisado eran unas palabras de cariño”, escribe sobre su madre Arantxa Sánchez Vicario, ex número uno del tenis, en ¡Vamos!, su biografía, que presenta hoy. “Está claro que fracasamos con ella”, le contesta la aludida a través de un comunicado. “Nosotros vivimos 20 años por y para ella. Lo dejamos todo de lado e hipotecamos nuestra vida y nuestro matrimonio”.
Las dos frases retratan la ruptura de una familia. No es un caso único. Hay deportes que han cambiado su reglamento para legislar sobre los padres. Clubes que les prohíben tajantemente el acceso a los entrenamientos. Jueces que le han otorgado a un deportista la emancipación para evitarle la mala influencia de sus progenitores. Cuando un niño se profesionaliza y lucha por alcanzar el éxito en el deporte, su relación con el núcleo familiar corre el riesgo de verse alterada, según los psicólogos deportivos, que resumen las dos posibilidades más extremas en dos expresiones: el niño tirano, que acaba dominando a sus padres desde su éxito y sus millones, y el niño sobrepresionado, que es el que sufre las expectativas de estos y su control asfixiante.
“Lo que ha ocurrido en este caso, visto desde fuera, no es una cosa tan extraña”, dice José Manuel Beirán, plata olímpica en baloncesto, exjugador del Real Madrid y psicólogo deportivo, que no deja de señalar los beneficios del deporte para la formación de la personalidad de la mayoría de los niños. “En deportistas que empiezan tan pronto a nivel profesional, los padres tienen que estar encima, y a veces, con la mejor intención, crean expectativas irreales que derivan en situaciones de riesgo”, prosigue. “Los deportes en los que se empieza a competir pronto, como el tenis, son especialmente peligrosos. El padre acaba convirtiéndose en una fuente de estrés para el niño, quien, en esa etapa, vive para quedar bien con el padre, y siente que no juega un partido, un torneo, sino que juega para conseguir que el ambiente en casa sea mejor, o por el amor de sus padres”, continúa. “Los niños que triunfan en deportes de elite renuncian a una serie de cosas de las que no se dan cuenta hasta más adelante. Arantxa, por ejemplo, compitió desde muy pequeña. A las niñas, además, los padres las siguen más, hasta que se independizan. Es importante que la familia le ponga los pies en el suelo al deportista, que le proporcione un equilibrio emocional, pero hay padres que ven la carrera de sus hijos como una prolongación de la suya, que ven los éxitos del hijo como propios”.